La ya tradicional pegada de carteles en la Glorieta se ha convertido en una de las señas de identidad de la marea azul del Partido Popular. La fiesta comenzaba en la sede del PP de Santa Pola, donde no cabía un alfiler, y continuaba en la calle, donde el resto departía con los compañeros de partido.
A las once menos diez, la comitiva llenó la calle que lleva hacia la Glorieta para comenzar la pegada en cuanto el emblemático reloj del castillo tocó las doce de la noche. Entre aplausos y coreos de “En Santa Pola, Miguel”, el candidato a la Alcaldía fue pegando todos y cada uno de los carteles, cada vez acompañado de uno de sus simpatizantes, afiliados o compañeros de lista.
Tras la pegada, los asistentes se quedaron alrededor del templete. Todos querían una foto con Miguel Zaragoza. Y se hicieron. Todos querían seguir hablando con sus compañeros. Todos sonreían porque comenzaba la fiesta de la democracia, porque afrontaban con ilusión, la campaña electoral que acababan de inaugurar.