Las recientes declaraciones que han realizado la alcaldesa y la concejala de educación del PSOE sobre los colegios de Santa Pola merecen una reflexión. Afirma Loli Tomás, concejala de educación, que «algunos colegios llevan entre 20 y 25 años sin que se haya hecho ninguna mejora». Un cuarto de siglo pasa rápido, hasta para el PSOE, que ya se le ha olvidado que también algún año gobernó en Santa Pola. Estas manifestaciones pueden ser fruto de la inocente ignorancia de una aprendiz o bien del interés demagógico para contentar a la comunidad escolar, esconder su incompetencia y ganar tiempo. En cualquier caso, ofenden a la verdad.
Lo cierto es que, a día de hoy, todavía desconocemos los colegios a los que se refieren la alcaldesa y concejala. Porque los colegios de Santa Pola han recibido todos los años inversiones para mantenimiento y mejora, por lo menos desde que el PP empezó a gobernar en 2003. Y si se molestasen en preguntar a los directores de los colegios y técnicos del ayuntamiento se lo confirmarían.
Dicen también en medios de comunicación que «hay que presupuestar las actuaciones » y «valorar la posibilidad de actuar» porque algunas zonas de los colegios suponen un peligro para los niños. Eso sí, mientras los niños corren peligro y para ganar tiempo, lo que harán es planteárselo al concejal de infraestructuras y presupuestar las valoraciones. Ahora bien, como ellos dicen que «no hay ni un euro» (MENTIRA). Pues eso… Ganar tiempo.
Mientras buscan excusas, también podrían consultar los últimos presupuestos aprobados por el PP para este año 2015 y que están publicados en la web municipal (www.santapola.es) para la consulta de todos. En estos se incluyen trabajos de mantenimiento y mejora en los colegios por valor de 232.147,03€ (61.000€ para mantenimiento y 171.147,03€ para mejoras de inversión). Mientras pierden el tiempo, también podrían ejecutar los trabajos pendientes de mantenimiento en los colegios. Mientras se ponen de acuerdo los distintos grupos que forman este gobierno multicolor, podrían ponerse a trabajar y dejarse de excusas. Porque el tiempo pasa muy deprisa, se agota, y las excusas también. Al final tendrán que rendir cuentas de lo que no han hecho.